Proyecto “Compostate”
El sol pega fuerte y el aire está espesamente húmedo. Cinco jóvenes se paran contra la pared para poder respirar un poco de sombra. Gustavo toma un cartel de plástico blanco y escribe con un marcador negro indeleble: “ Orégano”. Luego lo coloca delante de la planta que crece sobre la huerta en herradura. “Se llama así porque tiene la forma de una herradura, en el centro va el compost, entonces se echa agua en el centro y todos los nutrientes van a las plantas”, explica Uriel de 17 años.
La idea de implementar este formato fue sacada de la experiencia de algunas comunidades africanas, que sufren problemas de acceso al agua. “Acá a veces no nos llega, tenemos que ver cómo lo solucionamos”, señala Guillermo Bazzi, profesor y director reemplazante de la escuela Nº 1027 Luisa Mora de Olguín, emplazada en el barrio Ludueña.
A esta escuela asisten entre 200 y 250 chicos de nivel secundario. “Hay mucha deserción por el problema del consumo”, explica el director. Ese día va y viene entre las instalaciones de la escuela y el patio donde está la huerta porque organizaron una “hamburgueseada”, como cierre del proyecto “Compostate”, ganador del Fondo Jóvenes en Acción Climática.
Benjamín mira atentamente los carteles que uno a uno escribe Gustavo. Explica que su trabajo consistió en sacar los yuyos y hacer un compás improvisado para dar forma a la huerta. También “puse ladrillos y plantas”.
Son los 15 chicos y chicas de segundo año que se sumaron a esta iniciativa que trabajó en coordinación con el centro barrial La Tierrita. Además de orégano, plantaron estragón, perejil, romero, ruda, carqueja, tomillo y menta, entre otras aromáticas. Un poco más allá hay lavanda y flores amarillas y anaranjadas.
“Lo que más me gusta de la huerta son las plantas de colores”, dice Florencia que es parte de La Tierrita. A Uriel le gusta la albahaca: “yo me hago fideos al pesto, también me gusta la milanesa”, dice riendo.
La idea a largo plazo, explica el director, “es que esta huerta pueda abastecer al comedor de la escuela y más adelante con la cooperativa del barrio “Vamos por Más”, podamos producir alimentos agroecológicos que puedan ser comercializados”. Para ese objetivo, las primeras semillas ya fueron sembradas en este rincón de Rosario.

Proyecto “Raíces Solidarias”
Jóvenes por el Clima y la organización Colectar unieron fuerzas para llevar adelante el proyecto “Raíces Solidarias” en el barrio Travesía. Sobre un playón de cemento, durante dos meses, realizaron talleres con vecinos y vecinas para que las familias aprendan a crear sus propias huertas en el patio de su casa. “Cada familia que se inscribió y participó activamente del proyecto recibió un huertero, el cajón con el sustrato, semillas, algunos plantines y las herramientas necesarias”, cuenta Vanesa Silva, presidenta de la Asociación Civil Colectar.
Temas como la soberanía alimentaria, de dónde sale el alimento que se consume, cuál es la alimentación diaria y cómo se pueden incorporar frutas y verduras a la dieta, fueron algunos de los abordados. “Estaba dirigido principalmente a mujeres porque son quienes se ocupan de la gestión del alimento y a las infancias porque ellos son el futuro”, señala Silva.
Para Alejandra Fernández, vecina del barrio, y lideresa del comedor “Manitos a la obra”, la experiencia de los talleres “fue muy linda, yo no sabía nada de la huerta pero gracias a los profes aprendí algo”.
Alejandra fue central en movilizar a los vecinos y vecinas para participar. Se queja de que hace poco le robaron la olla grande con la que cocina todos los días para 75 niños, niñas y adolescentes. “Es por el consumo, buscan lo que puedan vender para poder consumir”, se lamenta.
En total 20 familias participaron de los talleres, donde chicos y chicas se sumaron con entusiasmo. Para Silva, fue de mucha importancia tener un espacio colectivo de intercambio porque hablar de huerta y producción de alimentos también les abrió la posibilidad de pensar otros debates. “Los vecinos se empezaron a cuestionar si era posible hacer recolección y separación de residuos e incluso llegaron a plantear la idea de formar una cooperativa para esto”, cuenta.

Proyecto “Sembrando redes, cultivando comunidad”
Es sábado y el sol pega fuerte. En la zona sur de Rosario, en el barrio Saladillo, unas 20 personas se sientan en círculo debajo de un techo al aire libre para escuchar cómo es posible montar una huerta que ofrezca verduras durante todo el año.
El encuentro, convocado por la cooperativa La Creciente, la cátedra Libre de Agroecología de la UNR y la organización “De la Huerta a la Olla” en el marco del proyecto “Sembrando Redes, Cultivando Comunidad”, resultó ganador del Fondo Jóvenes en Acción Climática.
Como invitada ese día, participa Roberta Valencia Muñoz, referente del Parque Huerta el Bosque. “A veces nos olvidamos de dónde viene lo que comemos porque la plata está pero eso no se come. Nos olvidamos que el alimento viene de la tierra”, lanza desde atrás de la mesa en la que exhibe algunas verduras que cultiva junto a su familia en la hectárea y media de terreno que es parte del parque huerta.
Durante la jornada los y las asistentes aprenden sobre las estaciones convenientes para plantar determinadas frutas, verduras y hortalizas. Javier anota sobre un papel lo que van nombrando los participantes. En verano: tomate, pimiento, chauchas y zapallo. En invierno y otoño: coliflor, brócoli y espinaca. Luego vienen las de cuatro estaciones: rúcula, lechuga, acelga, zanahoria, perejil, remolacha, repollo, puerro y verdeo.
Roberta hace circular semillas, explica cómo deben guardarlas y los cuidados que se deben tener. Por ejemplo, primero debe asegurarse que están secas y posteriormente se deben introducir en frascos oscuros. Jamás se debe olvidar el etiquetado, donde se mencione de qué semilla se trata y el año de guardado.
“Aprendimos de compostaje, de cómo preparar el suelo para las plantaciones, sobre injertos, tecnologías y evaluación del suelo y sistema de riego automático, entre otras cosas”, enumera Camila Comi, referente del proyecto.
La propuesta, destinada a familias del barrio Saladillo incluyó cuatro talleres desarrollados durante los meses de agosto y septiembre: prácticas para el compostaje comunitario, diseño de huerta, tecnologías y evaluación de suelo y riego y montaje de huerta agroecológica y banco de semillas.
“Lo que buscamos con esto es ampliar el espacio de la huerta en el predio pensando en una producción agroecológica y defendiendo la soberanía alimentaria en el barrio y en la comunidad”, indica Ulises Grandi, otro de los jóvenes que integra el espacio.
