Estudiantes hicieron su primer lingote de aluminio con latas recicladas

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Pamela Simoniello tiene 17 años. Es estudiante de quinto año de la orientación Química, del Instituto Politécnico Superior “General San Martín”, dependiente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Es además, una de las jóvenes líderes del proyecto “Poligestores”, que tiene por objetivo separar los residuos de la casa de estudios en cinco cestos diferentes: basura general, papel y cartón, latas, plásticos y orgánicos. 

Con las latas recolectadas, hicieron su primer lingote de aluminio. Pesa aproximadamente 500 gramos. Pamela lo sostiene orgullosa sobre sus manos. Por el momento, se encuentra en el despacho de Verónica Filotti, la directora del Instituto junto al característico taburete hecho obra de arte. 

“Seguramente hagamos pequeños taburetes con el aluminio, porque es parte del aprendizaje acá”, dice señalando una pequeña muestra ubicada dentro de una caja colgada en una de las paredes del taller. 

Para Filotti es importante que el equipo directivo se involucre en este tipo de proyectos. “Desde que ganamos la elección para hacernos cargo de la dirección del Poli, siempre pensamos que iba a haber un área de política ambiental”, indica y agrega: “Cuando supimos de Poligestores nos pareció bárbaro e incentivamos a los alumnos a ser parte. A ellos les gusta mucho participar de temas ambientales y reciclaje”.

Que se involucre el personal no docente también es parte de la estrategia para que la iniciativa funcione. En el primer piso de la escuela se encuentra la cantina donde alumnos y alumnas compran “su combustible”, mientras disfrutan del recreo. Es el mismo piso donde Alcides, encargado de la limpieza, tiene la responsabilidad de revisar que los cestos tengan la basura que corresponda y llamar la atención en caso necesario. 

Para que Alcides y el resto de personas que trabajan en la limpieza pudieran detectar con facilidad cómo es la nueva disposición de los residuos, recibieron una capacitación por parte de las y los jóvenes. “Antes agarrábamos la basura de los cestos y la tirábamos en un mismo tacho. Ahora no, ahora los papeles van aparte y así”, explica. 

Sobre la marcha, van observando lo que funciona y lo que no. “Nos dimos cuenta de que la escuela tiene muchos contenedores de orgánicos y es lo que menos se genera como residuo. Tenemos una gran cantidad de plásticos, algunas latas de aluminio y mucho papel y cartón que evidencian que en algunos lugares necesitamos más contenedores”, señala Vanina Beltrán, referente del área de política ambiental y docente. 

Además, resalta que la separación de residuos se había intentado llevar a la práctica antes pero no había tenido el mismo éxito que ahora. “Faltaban las capacitaciones a estudiantes, no docentes y docentes para comenzar a construir una conciencia colectiva”, acota. 

A ello se suma que esta vez cuentan con el apoyo de la UNR para el retiro de papel, cartón y plásticos, residuos que se destinan a empresas privadas encargadas de la gestión de los mismos. 

Con la institucionalidad como apoyo, el compromiso de este grupo de jóvenes busca multiplicarse: “Es importante que los jóvenes nos involucremos para correr la voz sobre el cuidado del medioambiente”, reflexiona Pamela.